Wednesday, April 14, 2010

Crónicas de vida. Re-descubriendo a Sergio Andrade (parte 1)

"If liberty means anything at all, it means the right to tell people what they do not want to hear."

--George Orwell


En esta ocasión les voy a hablar de un ser humano muy polémico del mundo de la música: Sergio Andrade. Mucho se han ocupado las revistas de espectáculos en ventilar detalles de su vida personal para saciar nuestra sed morbosa, que hasta pareciera que ya lo sabemos todo de él. Y resultaría imposible citar todas esas fuentes invaluables de información para que esta página desierta tuviera por fin sus cinco minutos de fama. No. Si he de tener un minuto de fama será con dignidad, con una información recién salida (casi) del horno, para privilegio de mis lectores: las confesiones líricas del cantautor Sergio Andrade.

Todo empezó en noviembre del año pasado. Bajo la denominación de SERGIO ANDRADE y su Grupo, el compositor Sergio Andrade sacó a la venta un disco: cómo pasa el tiempo…! Y la verdad que sí ha pasado, y a una velocidad increíble. (Para aquellos más jóvenes que no saben de quién se trata, les diré que no es cantante de rock, ni metalero, tampoco es DJ ni rapero. Básicamente, es un picudo para hacer música—ya sabemos que para hacer buena música no se requiere de la aprobación de la Asociación de Padres de Familia, ¿verdad?) Pero uno que duda de todo, hasta de su propia existencia, tenía que confirmar que esa calidad musical siguiera vigente. Así que consulté al Youtube y lo primero que apareció fue una rolita llamada Puede morirse ahora, Comandante. Entonces pensé: “si ‘comandante’ empieza con ‘C’ mayúscula, no puede tratarse de alguien más, ¿o sí?” Efectivamente, el video y la letra me dieron la razón. Mi reacción fue inmediata. Le llamé a un amigo: “Tienes qué ver y oír esto. Voy a hacer una crítica”. A lo que él contestó: “¡Pero si tú no tienes ni trinche idea de cómo escribir una crítica y mucho menos una musical!”. Es cierto. Mis conocimientos musicales no superan a los de un niño promedio de kinder. Sin embargo, me di cuenta de que el público y el Artista necesitan algo más que un simple “me gusta / no me gusta”, o peor aún, un comentario caduco tipo “aún sabemos lo que hiciste el verano pasado”. Decidí dar el primer paso y hacer lo que nadie se ha atrevido hacer: mostrar la ignorancia con algunos comentarios.


Lo cierto es que la música del portal es provocadora y uno no puede pasar de largo como si jamás la hubiera escuchado. Sus letras fustigan el sentido común hasta hacerlo emerger (en el mejor de los casos; en el peor de los casos, puede provocar ira irracional de consecuencias inimaginables). La impresión que me dejó fue que ese disco iba necesitar un Parental Advisory (o una etiqueta de advertencia) donde se indicara: “Este producto no es apto para mentes pequeñas”. La canción es un poema musicalizado, declamado con todos sus matices en la voz de su autor, Sergio Andrade. Sorprendentemente, a diferencia de lo que nos pudiera hacer creer el título, no se le desea la muerte al Comandante, ni tampoco es una plegaria para que viva eternamente. Es, en ese sentido, una canción compleja. Debo admitir que necesité escucharla tres veces seguidas y poniendo mucha atención para llegar a ese veredicto. No es una letra que se abra de par en par en la primera estrofa: se va desdoblando poco a poco hasta volverse un manto de confesiones entretejidas en un análisis retrospectivo. He aquí las primeras confesiones del poeta: “…yo era uno de los recién nacidos/ millares de lactantes/ que mamamos su idea
de los senos de madres ansiosas/ expectantes/ lo digo con respeto:/ no nos despierte el sueño…
” En algún momento, el sueño de la Revolución Cubana hizo eco en su joven corazón, como sucedió con muchos otros jóvenes: “…que los hombros de sus fieles entusiastas/ me empujaban/ los mítines suyos los oía en mi alma/ y escuchaba/ repetir chistes sobre sus andanzas/ anécdotas de bien/ logros/ apuntes a su dictadura/ alabanzas…”. Sin embargo, uno crece, la ficción deja de ser verdad para volver a ser ficción, y en el balance final uno encuentra que “…lo importante está hecho.../ y lo deshecho...ni forma de arreglarlo/ y lo que nos faltó... ya ni pensarlo/ no todo en la vida nos resulta a pedir de boca…”, asumiendo la imperfección de las obras humanas. “Puede morirse ahora Comandante”, metáfora que resume bien el dicho “todo por servir se acaba” y, como los buenos caballeros, hay que saber cuándo retirarse.

Después de haber diseccionado la letra de la canción al borde de deshacer el artificio poético que hay en ella, reconstruyámosla para verla en su conjunto. Antes que canción, es poema. Me recuerda un poco el estilo de Ernesto Cardenal, particularmente, en su poema “Oración por Marilyn Monroe”, lleno de recursos ortográficos. Es preferible escucharlo de viva voz, sobre todo si no se sabe la función de cada uno de esos signos. A diferencia del poema de Cardenal, éste se construye en versos cortos, como fragmentados, donde el silencio, la pausa, le da una intención y significado especial a cada línea. No hay puntos entre versos, porque los guiones, dos puntos, paréntesis y comas en vez de separar ideas, las une, hasta el grado de volver ambiguo su significado. Y así es como las declama el poeta Andrade. Una a una se va sucediendo, mientras logra recrear atmósferas que recargan la imagen caduca y senil en una Cuba que pareciera suspendida en el tiempo, como “el avanzar de los crustáceos” (leeeeento), “los asentimientos monótonos de las palmeras”, y los “literarios eternos”. El tono varía entre lo irónico y lo confesional, con un sentido del humor más bien áspero, pero jamás violento; sentencioso, a momentos; al final, etéreo como un mensaje del viento…una verdad que se respira. El estribillo es como un slogan que nos contagia de su ritmo alegre y que terminamos por cantar, en medio de verdades amargas. El final de la melodía es abrupto, como todo final.

La riqueza de su texto no termina aquí. Es vasto su valor literario, pero no viene solo. Es necesario entenderlo en su contexto: el disco doble cómo pasa el tiempo…!

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