"If liberty means anything at all, it means the right to tell people what they do not want to hear."--George Orwell
Amor de música ligera?
No. Colin, contigo aprendí más que a contar acentos en poemas o memorizar versos. Tu enseñanza final fue inesperada, puntual y eficaz, como siempre: que un corazón no puede romperse dos veces (a heart cannot be broken twice) y que una pérdida es en realidad una ganancia. Mi vida es una balanza en equilibrio. Hoy, ¡¡¡hoy es mi cumpleaños!!!! A mis 29 años APRENDÍ. Sí, por fin comprendí tu lección en vez de padecerla. Sí, te moriste y lloré como tonta, como una chiquilla, pero por fin ENTENDÍ que murió tu cuerpo no tu esencia. A mis 29 años puedo decir —sin lágrimas, sin tristezas infinitas, y aceptando lo que no me atrevía a aceptar en público, que no me reponía de tu pérdida— que ya crecí. He madurado. Hoy lo escribo con la naturalidad de la madurez. Ahora hasta lo publico. Colin: soy feliz.
Contigo aprendí de la manera más drástica lo que es el desapego. Fue duro en su momento, hoy recojo el fruto de ese dolor y saboreo su néctar con satisfacción. Sabes Colin, estoy satisfecha con mi vida y con lo que he hecho y verdaderamente no me arrepiento de nada, absolutamente de nada. ¿Cuántas personas pueden decir eso a sus 29 años? No sé. Pero yo sí. ¿Errores? No hay. Miro hacia atrás y todo ha sido tan positivo. Antes tenía miedo de echarlo a perder, hoy no. Ya no. Sé que soy capaz de seguir haciendo las cosas bien. Creo en mí y tomo el control de todos los aspectos de mi vida, para dejar de sufrir y empezar a valorar completa y no parcialmente todo lo que tengo. Todo lo que soy.
Pensé que me deprimiría como en años anteriores por tu ausencia, por lo “perdido”, por lo que fue. No fue así. Hoy palpo, toco, con hechos veo que todo lo que “fue” y lo que “pasó” es como la energía: no se destruye, sólo se transforma, en este caso, en ganancia, en presente. Se acabó el deja vú constante del dolor de tu despedida que aparecía como sombra negra con cada nuevo desenlace trágico. Pienso en G.C. y, aunque sigue siendo trágico para el mundo de la música, ya no es una acumulación de tragedias personales, como si la muerte se sumara a la muerte e intensificara su efecto sobre mí. Es algo que, por más fan que sea, no me corresponde sufrirlo con la misma intensidad con que viví mi duelo por ti.
Mi corazón se ha curtido, la experiencia previa se ha transformado en sabiduría. M.J. —tu tocayo—a pesar de ser un símbolo importante de mi niñez y cuyo arte fue un acompañante constante en los momentos importantes de mi vida, su partida pasa a ser un hecho aceptado, visto con desapego precisamente, inevitable de la vida. Lo he asimilado. Quizá me di cuenta de eso después del fallecimiento de C.M., y como diría Lennon: “I just had to let it go”. Y lo dejé ir, tranquilo, con dulzura, con amor. Porque uno no es dueño de las personas, ni de las vidas de las personas, mucho menos de sus muertes. Hasta eso: hay que respetarles la muerte. Y yo no sabía eso, ni sabía cómo.
La vida es una serie de ciclos que se cierran. Yo estoy cerrando uno: el de la infancia. A mis 29 años dejo la infancia. Pensé que me tomaría más tiempo. Me siento muy afortunada de que fuera antes de mis 30. Hay personas que, por alguna razón, nunca logran experimentar lo que se siente cerrar ese ciclo. Descubro entonces que todo tiene su razón de ser y también eso hay que respetarlo. Ahora intento adaptarme a las circunstancias y sacar lo mejor de todo, de tal forma que nado con la vida, en vez de resistirla. Otra epifanía, Colin.
Hoy se modifican muchas cosas en mi vida. Justo en el día de mi cumpleaños un muy querido amigo me da un abrazo de despedida. Me dolió. Pero hoy no me aferro a los dulces momentos para eternizarlos: acepto su decisión, lo apoyo, le mando mil bendiciones y le dejo la puerta abierta para que lo que tenga qué ser sea con la seguridad, que me da la experiencia, de que la balanza se volverá a equilibrar. Si su ciclo en mi vida ha terminado, lo sabremos en su debido momento. Lo aceptamos con sonrisa, con cariño, con tranquilidad.
G.P. y yo hoy cumplimos un bello ciclo de lazos amistosos. Fue bálsamo de mis momentos trágicos, de mis inseguridades, de mis miedos, de mi ignorancia. Apareció en el momento indicado, y se aleja como el ángel que ha cumplido su misión. Gracias.
Con S.A. fue increíble lo mucho que aprendí en tan poco tiempo, y eso, eso no tiene precio. Lo realmente importante no se compra ni se vende. También quedará como un bello recuerdo que se ha transformado en experiencia, la cual pongo en práctica en los momentos precisos. L.E.S.S., aunque también estuvo ahí en los momentos difíciles, hoy en mi balanza general, sucede que mi decisión fue la correcta y la mejor. Mis mejores deseos para él. ¿Y con qué me quedo? Sólo y simplemente con lo que necesito. Ni más, ni menos.
La edad tampoco me preocupa ya. Antes no quería crecer. Prefería, deseaba morir antes que dejar los “felices 15s”, los “cómodos 20s”, o los “tranquilos 25s”. Ahora no me preocupa, me ocupa. Realmente festejé, como bien sabes Colin, con alegría. Y ese rico pastel de chocolate que fue una delicia para todos, simbolizaba perfectamente el resumen de mi vida anterior: compartí con cada uno una rebanada de mis 29 años, que fueron así, muy deliciosos y satisfactorios.
Te dejé ir Colin, te dejé ir M.J., te dejé ir C.M., te dejo ir G.P. Estoy preparada para dejarte ir, G.C. Dejo ir 28 años para vivir mis 29. Y todo, todo gracias a la primera experiencia, la más dolorosa pero la más didáctica: ¡Gracias! Colin. Valió la pena.
Nada fue ni ha sido de música ligera.
http://www.youtube.com/watch?v=pD16WkUb6m0